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Paciencia y humildad para tener éxito en las finanzas

Paciencia y humildad para tener éxito en las finanzas

    Dicen que para "tener éxito" en las finanzas hacen falta altas dosis de paciencia y humildad, estoy de acuerdo en que la paciencia juega un papel fundamental en la gestión activa de las inversiones, pues en el mercado no siempre sirve el mantra emprendedor de empezar cuando no estás preparado, sino que hay que tratar de esperar al momento adecuado para minimizar un hipotético downside, una especie de mezcla entre el miedoso margen de seguridad del que habla Benjamin Graham en sus libros y la tardía convexidad que comenta Nassim Taleb en los suyos.

    Por su parte, la humildad, nos evita tentar a la suerte sin criterio. Nos enseña a tomar riesgos calculados o a dosificar las dosis en juego, como en el póker, un juego de habilidad, no de suerte. Pero en el que hay un cierto componente de azar. Un buen jugador de póker sabe asumir las pérdidas cuando no lleva una buena mano, pero no duda en arriesgar cuando tiene mayores probabilidades de ganar la mano, aunque nunca está seguro al 100% de ganar dicha mano (por el componente de azar ya mencionado). El jugador de póker sabe que tampoco necesita ganar todas, pues sabe que a largo plazo acabará ganando.

    Afortunadamente, la inversión se diferencia del póker en que no es un juego de suma cero, y por tanto las probabilidades de ganar son realmente mucho mayores, pero a largo plazo, pues una rentabilidad superior a la del mundo empresarial no tiene sentido. No obstante, aunque estoy al 100% convencido de que esto es así ¿cómo es posible que tanta gente pierda dinero en bolsa? básicamente porque no invierten, sino que buscan continuamente pegar el pelotazo. 

    La realidad es que somos muy cuidadosos a la hora de rechazar a alguien que nos propone un negocio empresarial, pero no dudamos (los humanos) en lanzarnos a comprar cualquier propuesta de pelotazo en bolsa. Esto pasa por la sencilla razón de que es algo muy humano tratar de tentar a la suerte del mismo modo en el que Kipling se dirigía a su hijo, entonces convertimos la bolsa en un casino, en un juego de azar, en un juego de suma cero. Una visión claramente errónea.

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